Todos los días son días de entreno
Es un viernes por la tarde cualquiera en la ciudad de Lucena. El día de la semana en que la tensión de actividad académica y laboral va relajando su ritmo para dejar paso al ocio y al entretenimiento. Las calles entran en ebullición a la llamada del tiempo agradable que inunda de público las terrazas del centro. No demasiado lejos de allí, para África Pérez, no importa qué día señale el calendario o que no haya que madrugar a la mañana siguiente para ir al instituto. Con pasión de gladiadora, esta joven lucentina de 14 años entrena duramente en las instalaciones deportivas municipales para dar lo mejor de sí. La actual capitana del Club de Baloncesto Lucena no conoce otra fórmula desde que comenzó a encestar a los 8 años en la categoría premini.
“Lo mío no son las entrevistas” confiesa tímidamente. Y para confirmarlo,viene acompañada de María José Muñoz, la matriarca de una familia amante del deporte en la que una hermana y un hermano de África miran como ella a las alturas con un balón en las manos. Ala pivot en la cancha, se siente cómoda dirigiendo el juego, “llevándolo siempre hacia adelante” pendiente de qué se necesita en cada momento. Esa es quizá para ella la clave de su liderazgo como capitana, hacer que cada una desempeñe su papel de la manera más fluida y cómoda posible. Ir todas a una de manera natural.
Descubriendo su pasión deportiva
Comenzó a encestar después de ser asidua espectadora del deporte que le apasiona en premini, solo por encima en edad de las baby en el Lucebasket que actualmente cuenta con 8 categorías y 11 equipos federados. El club de baloncesto lucentino ha logrado dinamizar y asentar la afición por el basket desde la base y es uno de los pioneros en la promoción del deporte femenino en la ciudad. El pasado mes de marzo refrendaron este compromiso con un reconocimiento a 21 mujeres que destacan en las diferentes actividades deportivas durante el I Torneo Femenino LCB (Lucebasket). Será posiblemente en adelante una tradición para premiar la dedicación y el esfuerzo de las mujeres que no siempre tiene el eco necesario en los medios deportivos. Y es que aunque se están dando pasos en esta dirección, queda aún mucho camino que asfaltar.
Abriéndose paso en un deporte mayoritariamente de chicos
Cuando le preguntamos por sus inicios, África suspira y se detiene un momento antes de contestar. No ha sido fácil el camino.
“Al principio no había tantas niñas que practicasen baloncesto. Te estoy hablando de cuando yo tenía 8 años. Poco a poco se han ido uniendo más [niñas] y el año pasado ya éramos un grupo significativo. Los comienzos fueron duros porque no jugaba en mi categoría y perdimos muchos partidos, yo creo, de hecho, que no ganamos ni uno -dice entre risas-. Esta temporada ha sido diferente: hemos crecido como equipo y en fortaleza y confianza, ganando encuentro a encuentro“, afirma la capitana del equipo femenino del Club Baloncesto Lucena en la categoría cadete.
Cuando yo empecé en la categoría pre mini, que era mixto, era la única niña; pero cuando fuimos subiendo ya se fueron apuntando más niñas: mi hermana, sus amigas… Encontrar a niñas sigue siendo muy difícil.
Este deporte requiere constancia (añade María José) porque tienes que venir, cumplir unos horarios. Y -puntualiza África- los viernes a esta hora no quiere venir nadie, prefieren salir y esas cosas.
Una pasión compartida en familia
¿Por qué el baloncesto? Innegablemente por mi padre. A él le gustaba ver partidos en casa: es uno de mis primeros recuerdos de infancia, ver emocionantes partidos de la ACB y NBA en la tele. Acababa de cumplir los 8 cuando me inscribió en el Lucebasket… Fue amor a primera vista. Me encantó. Luego, mi madre, mi hermana y mi hermano se incorporaron al club… María José, asiente: Al final lo haces tuyo. Viven por el deporte, y tú te involucras completamente por darles apoyo. Entrenamientos, partidos… Emoción, tensión, adrenalina…
Menos agresivas en la cancha pero igual de competitivas
Como muchas niñas que comienzan a practicar deportes de equipo que hace unas décadas eran terreno exclusivo de los chicos, África tuvo que iniciarse en grupos mixtos. Y aunque se muestra satisfecha de que el deporte femenino en general y el baloncesto en particular hayan avanzado mucho en este sentido, considera que su experiencia primera fue positiva. Ellos son un poco más agresivos, pero te enseñan muchas cosas, te aprietan y hacen que te esfuerces mucho más, y eso te ayuda a fortalecerte físicamente. La práctica deportiva de jugar con unos o con otras es muy diferente. A nivel competitivo-añade María José- no hay muchas diferencias sin embargo. Unas y otros juegan para ganar.
Un mismo deporte, desigual difusión
África y María José, se quejan de que no es fácil encontrar referentes femeninos en el basket. Antes del mundial de Australia, las representantes de la selección española ocupaban un más que brillante segundo lugar del ranking de la FIBA, misma posición que los chicos, pero la repercusión y difusión de los logros de cada selección no ha sido la misma.
Quizás vemos más deporte masculino que femenino, porque no es fácil encontrar las competiciones femeninas en televisión, a pesar de tener canales deportivos contratados. Que se reconozca sin vacilar a Rudy Fernández como el eterno capitán de la selección nacional y se obvie el nombre de Laia Palau que fue internacional absoluta dos años antes, tiene mucho que ver con esto.. No vemos mucho baloncesto femenino, y lamentablemente tampoco he podido acudir a uno “de altura” como espectadora todavía.
En el vestuario, cooperación
El papel de África como capitana no supone ejercer un rol de autoridad, sino más bien de intermediación entre el entrenador y sus compañeras. Para ella es especialmente importante que todas y cada una se sientan parte del equipo y disfruten del juego en cada encuentro:
Tenemos un entrenador y tenemos mucha confianza, nos pone entrenamientos, nos pregunta si queremos hacer una cosa u otra… Mi papel es trasladar todo eso a la cancha, porque el entrenador no está dentro para decirnos ‘por aquí o por allí’. Yo juego casi todo el partido, pero no me gusta ser yo la que mande, ni ser ‘chupona’, animo a que juguemos todas y trabajamos entre todas, así todas, incluso las más nuevas, podemos tocar el balón y divertirnos.
La madre de la capitana del Lucebasket pone el acento en el compromiso y el fair play: Ella se compromete de modo incondicional: vive intensamente el partido. Sale muchísimo porque es de las que más tiempo lleva. Ella juega intentando llevar el equipo hacia adelante, que vayan todas a una y de una manera impecable con las reglas
Dinamizar el juego, sin importar quién de tu equipo encesta
Para África, el género en el liderazgo del equipo no es relevante. Lo que importa, es que los galones no se vean en la cancha salvo en el trabajo:
un capitán y una capitana deben llevar el equipo hacia arriba, subir el balón y que vaya a más; debe estar con todos y sobresalir sobre nadie, independientemente de las canastas que pueda meter.
Tan solo un 9% de las matrículas de este curso…
Las cifras no engañan. De la próxima promoción técnica superior de baloncesto tan solo un 9%, serán entrenadoras. África se muestra ilusionada con la idea de llegar a ser preparada por una mujer:
Nunca he tenido una. Mi entrenador es muy joven y eso hace que nos entienda, nos ayude mucho, empatiza, nos dice los fallos, los errores… Mi hermana y yo estamos entrenando a unos pequeñitos, porque sin título no puedes entrenar a categorías superiores.
Se necesitan entrenadoras
María José asiente: Faltan entrenadoras, indudablemente. Porque las niñas, por ejemplo, aunque el míster es un encanto y están contentas, empatizarían más con una mujer, una a la que le guste el baloncesto. Mi otra hija quiere hacer el curso ahora cuando pueda. Hay una desigualdad de décadas que salvar: Seguramente ahora, cuando ellas [el equipo de África] tengan la edad, más de una se sacará el título para ser entrenadora, porque les gusta. Pero como las jugadoras no estén involucradas en un club, es más raro. De hecho, todos los entrenadores de este club son jugadores. Pero sí. Ellas echan de menos tener una entrenadora.
Aunque nos deja claro que está feliz con su entrenador, África considera que sería mucho más fácil progresar en según qué aspectos con una mujer al frente del cuerpo técnico: Por ejemplo, a la hora de pedir que te enseñe a pivotar, que requiere algo de contacto físico, no es lo mismo para nosotras pedírselo a un entrenador que a una entrenadora, nos daría menos vergüenza. Además, podríamos contarle algunas cosas…
El futuro está por decidir
África sueña con seguir dedicándose al basket en un futuro, eso sí, sin abandonar su trabajo académico. Actualmente cursa cuarto de secundaria y aspira a ser fisioterapeuta, probablemente influida por su experiencia deportiva.
Sí que me gustaría llegar a un equipo nacional, jugar con otras chicas diferentes a las de mi equipo (que he crecido con ellas), competir en otros sitios.
María José añade: Ahora mismo, en esta etapa ellas no tienen ningún problema. Pero a nivel profesional las desigualdades son más notables, como se refleja en el hecho de que tengan menor representación en los medios.
La ilusión de África y de María José de un futuro deportivo profesional más igualitario es la aspiración que todas compartimos. Pero quedan al menos tres cuartos de partido por disputar. Necesitamos muchos mates, encestar de tres y bloquear la injusticia que históricamente se ha cometido contra las mujeres para que brillen y destaquen en lo que se desempeñan. Pero al final del último cuarto, habremos remontado. Seguro
Artículo patrocinado por el Ayuntamiento de Lucena
Publicado en la edición especial núm. 3
Lourdes M. Fuentes
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