Cuando habla llena de luz sonora el espacio con sus cuerdas vocales y con unos expresivos ojos que acompañan vivarachos cada armoniosa secuencia de su ágil discurso. Y eso, para alguien a quien sus médicos aseguraron que no sería capaz de articular más que pequeñas voces sueltas y pedir cosas sencillas, es algo casi prodigioso. Pero esa magia tiene fórmula: la del esfuerzo y el desafío constantes a la dificultad.
Y de repente, la vida se detiene
Con apenas 26 años un ictus sin causa aparente la sumió en su vigésima semana de embarazo en un estado semivegetal. Su vida cotidiana, patas arriba: su meritoria y prolija carrera deportiva, gimnasia, mountain bike, natación, hapkido, pero sobre todo y por encima de todo, escalada, cortada en seco. La explosión de adrenalina que estallaba en cada competición, andaluza o nacional, extinguida bruscamente. Al menos así lo aseguraron los especialistas que la trataron de la hemorragia cerebral del lóbulo izquierdo que le impedía expresarse o moverse mínimamente. Con lo que no contaba la evidencia médica es con la fuerza y pasión que Carmen, luchadora de fondo en mil batallas, imprime a cuanto se propone. Y se había propuesto revertir una situación completa y absolutamente devastadora, aunque tuviese que aprender desde el principio todas y cada una de las cosas de las que, por realizarlas por pura inercia, no somos conscientes.
Empezar desde cero
Y sin prisa, pero sin pausa, constante, tenaz y optimista, aquella inquieta muchacha que descubrió en 1999 la escalada deportiva es hoy una consumada nadadora hecha a sí misma a base de duro entrenamiento y un entusiasmo por mejorar poco común. El cierre de instalaciones deportivas durante el estado de alarma provocado por el COVID-19 lo aprovechó para “aprender a correr”. Y ya se ha fijado como próximo reto prepararse para competir en atletismo. Sueña con unos Juegos Paralímpicos y visto lo visto hasta ahora, no hay que ponerlo demasiado lejos.
Amante de la acción desde niña
Inquieta y amante del deporte desde que alcanza a recordar, María del Carmen Pino Servián (Lucena 1978) se inició en el Club Cívico de su ciudad natal en gimnasia deportiva acudiendo a entrenar mientras se extendía el curso académico y durante los veranos competía en circuitos provinciales de natación. Posteriormente, en su adolescencia abandonó la práctica habitual:
“por miedo a marcar músculo” dado que mi constitución física parecía predispuesta a ello: las inseguridades y el querer gustar a todo el mundo propio de la etapa, confiesa con una sonrisa burlona.
Fue durante sus años de estudiante de Ingeniería Informática de Sistemas en Granada cuando descubre la escalada deportiva. Y no fue la única actividad: probó también el hapkido. Se inicia en la competición en 1999 con la Copa Andaluza de Escalada Deportiva .Llegó a competir en el circuito nacional alcanzando un más que meritorio quinto puesto.
Un giro inesperado
Con 20 semanas de gestación un ictus la postra en una cama sin posibilidad de expresarse o moverse. Así nos relata su carrera de fondo desde entonces: Poco a poco empecé a mover el hemisferio izquierdo siendo diestra, pero lo único que me importaba en ese momento era el estado de mi hija. No aceptaba quedarme así para siempre, si bien muchos especialistas tiraron la toalla conmigo. Lo que he aprendido practicando la escalada y el hapkido, físicamente han sido movimientos automatizados y lo que yo llamo el poder de la mente; todo ello junto con resiliencia, es lo que me está ayudando poco a poco a recuperarme de mis secuelas. Mi problema no es físico, ni muscular, ni óseo, mi problema es de conexión. Las señales de mi cerebro no llegan bien a mis músculos, tendones: la única herramienta válida para restablecer esas conexiones ha sido el deporte
De vuelta a la competición
En 2016 tuvo que pasar por el quirófano por su hombro derecho: para recuperarse comenzó por indicación de su fisioterapeuta a nadar en el club de natación de Lucena donde la pusieron en contacto con su actual club, el Fidias Deporte Inclusivo. Participó en su primera competición en noviembre de 2018, el Campeonato Andaluz de Natación Adaptada en los 50 m. libres. A partir de ahí, todo fue progresión ascendente. En marzo de 2019 quedó cuarta clasificada en 50 m. y tercera en 100m. libre en clase S7 y segunda en relevos 4×50 el Campeonato de España de Natación Adaptada por Comunidades Autónomas.
Suma y sigue
Ese mismo año toma parte en las competiciones de la Federación Andaluza de Natación (con deportistas sin discapacidad) para entrenar la competición y mejorar tiempos. En 2020 cuando el confinamiento obligó a suspender campeonatos y cerrar instalaciones decidió a “aprender a correr” con un entrenador. Ya de regreso a la competición en noviembre de ese año consigue tres medallas de oro en el Campeonato Andaluz de Natación Adaptada en Cádiz, en 100 m. espalda y 50 m. libre, y una de plata en 100m. libre. Este año ha formado parte de la selección andaluza en el Campeonato de España de Natación Adaptada por CCAA en Castellón consiguiendo bronce en 50 m. libre y en 100m. libre.
La Diputación Provincial de Córdoba acaba de hacerle entrega de un reconocimiento a su trayectoria bajo el lema Sportium Virtute durante la Gala del Deporte Provincial 2021
En primera persona
Buceando en sus inicios deportivos, recuerda cómo se interesó por la escalada
En 1996 me fui a estudiar a Granada Ingeniería Técnica en Informática de Sistemas, Un compañero de clase me enseñó la escalada deportiva y me enamoró. No había obstáculos que nos desanimaran. Como estudiante contaba con el tiempo y dinero justito para invertir en mi pasión deportiva: los domingos que no había autobús que comunicara Granada con Alfacar, nos íbamos andando cargados con nuestra mochila y todo lo necesario para practicar en el rocódromo Tardábamos un par de horas de ida y otras de vuelta, pero merecía la pena Lo más singular de la escalada es el entorno y desafiar el medio, en cuanto subes los pies del suelo, ya empieza el desafío, ¿cómo avanzar hacia la cima tu cuerpo sin ayuda?… Me fascina.
La perfecta simbiosis entre deporte y naturaleza:
Cuando yo empecé había pocas escuelas de escalada deportiva en la Subbética, la diferencia entre escalada clásica y deportiva es que las vías están equipadas, es decir, los anclajes están de forma permanente y tienen su ruta definida, mientras que en la clásica, montas y desmontas los anclajes y puedes variar la ruta. Yo escalaba en Zuheros, en la zona de las Cruces y en la Cueva del Fraile sé que actualmente hay más escuelas por la Subbética han equipado una en el Castillo de Zuheros. Allí me voy a probar a ver si puedo a escalar de segundas, pero me encuentro con el añadido de que no hay suficientes infraestructuras: cuando quiero probar a hacer bloque he tenido que desplazarme a Córdoba o a Granada. Curiosamente en Lucena había un rocódromo y ahora no; y eso que una empresa local, Relief, fabrica rocódromos por todo el mundo.
Y ahora, a nadar
Una luchadora de fondo no podía dejarse vencer por un ictus. Si la roca no se deja de momento, , be water, my friend… el agua acabaría siendo el medio:
Fue un largo camino. Me quedé paralizada, afectada del movimiento y del habla. Salí a los tres meses del hospital en una silla de ruedas y entonces mi prioridad era dar a luz a mi hija tres meses más tarde. Me tuve que buscar la vida porque no pensaban llamarme hasta que pasara el parto para iniciar la rehabilitación y yo estaba segura y convencida de que entonces ya sería tarde. Quería en la medida de mis posibilidades empezar a trabajar: aprender a hablar otra vez, a moverme, a hacer mínimamente las cosas que te hacen autónoma e independiente. Al cabo del tiempo, los médicos me recomendaron ir a la piscina para la rehabilitación.
Trabajo por hacer
Defensora y ejemplo de que la práctica deportiva desde edades tempranas reporta beneficios al crecimiento personal es consciente por otro lado de que queda un trabajo duro por hacer en nuestra sociedad:
Todavía hay un estigma con la discapacidad, hasta le han cambiado varias veces el nombre y no lo entiendo, yo creo en la igualdad, todos somos personas con más o menos capacidades sólo tenemos que adaptarnos y mejorar las que tenemos. Creo firmemente en el sistema público, pero a veces la administración no llega a donde debería. Me tuve que buscar la vida tras el ictus: buscar fisioterapeutas y médicos privados porque los plazos eran eternos en la sanidad pública y yo no tenía tiempo que perder.
La educación es la clave
Para Carmen la palabra clave es educación, lo que puede marcar la diferencia entre la doble brecha de desigualdad que afecta al deporte femenino y al deporte adaptado.
Al final todo parte de la misma raíz, el estigma en la sociedad y la educación y por supuesto, los intereses económicos que pesan mucho. No hay más que ver la guerra mediática que los derechos televisivos del fútbol (masculino, cómo no) desata cada dos por tres. ¿Cuántos españoles y españolas han visto los juegos paralímpicos este año? No es para menospreciar, en los juegos paralímpicos de este año, en el medallero, estamos el puesto 15 y en los juegos olímpicos el 22.
Conciliación
La historia de Carmen es pura inspiración en muchos frentes: el de la conciliación de todo cuanto forma parte de su vida no es una excepción. Ella se quita mérito y lo atribuye a una labor de equipo:
Gracias al apoyo de mi marido, mi hija, mis padres y mis hermanas: he necesitado 13 años para empezar a competir; mi hija ha crecido viéndome intentar recuperarme día a día; empecé a hablar nuevamente como ella, al mismo tiempo, la observaba como gateaba para gatear yo. En casa los tres contribuimos por igual y todos compartimos responsabilidades. A menudo cuando somos madres sólo pensamos en nuestros hijos e hijas y nos abandonamos; el secreto es compartir la crianza con tu pareja y poder dedicarte tiempo a ti. En lo referente a lo laboral, no hay permisos para conciliar el trabajo con el deporte de competición, queda mucho por hacer.
Próximo objetivo: atletismo
Carmen vive un momento de plenitud en su segunda vida Y piensa aprovecharlo al máximo:
Mi objetivo principal es recuperar toda la movilidad de mi parte derecha sin perjudicar mi salud, poco a poco, sé que necesito mucho tiempo y lo estoy consiguiendo gracias al deporte. Para mí es una forma de vida: compito porque me gusta, es mi afición, me desconecta del trabajo, de la rutina. Gracias al confinamiento, empecé a aprender a correr de la mano de la escuela Olllu.
Artículo patrocinado por el Ayuntamiento de Lucena.
Publicado en la Edición Especial 01
Lourdes M. Fuentes
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